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Prologo a Dias de Soberbia

PRO-LOCO

(o yo veo el delirio de Gonzalo en el test de Roscharch)

 

 Luis D. Puris (Piscurruray – 1987) En Días de Soberbia realiza un viaje interior hasta descubrir que esa soberbia es una máscara para esconder nuestros miedos, para decirles a sus congéneres que la inseguridad de no poder comunicarse; puede, pro-venir de un cuestionamiento tan esencial como patético: ¿Por qué si hay tanta tecnología, nosotros los humanos involucionamos hasta parecernos Neandertales? Se cuestiona como en el epígrafe principal del libro; que es un versículo de proverbios del antiguo testamento, sino será que al abrir tanto la boca para decir estás palabras le sobrevendrá la calamidad.

Y sabiendas, que es un canto más (minúsculo) ante ese universo de voces que pueblan nuestro parnaso oficial y no oficial de poetas, no será que su voz es una afrenta al verso y a la poesía. De la misma manera me gustaría responderle con otro versículo de Proverbios 13:13 “No ames el sueño, para que no vayas a parar en la pobreza.  Abre los ojos; satisfácete de pan.”

 Y él seguramente más que nadie se ha tomado literalmente estas palabras. Ya que no es raro verle ir directamente a la panadería después de su jornada laboral (que consiste en solucionar problemas de Hardware y Software de los que pueden pagarse, con su sueldo una PC familiar o personal). En una parte del libro “Ella ¿La madre o la sombra de la madre? Solía decir: Prosa hijo – Prosa hijo / te dará dinero al menos para comer” será por eso que gran parte de los poemas, no quieren ser poemas; tienen el (mal) aliento de la prosa, incluso en aquellas partes donde parecen versos.

 Otra de las recurrencias es la música en el reproductor mental cuyas referencias aluden a grupos o cantantes sesenteros como The Who, Jefferson Airplane, Morrison; inclusive Serú Girán del gran Charly (que es setentero) se intercalan interrumpiendo en el ritmo, tanto de la música que nos sugiere un viaje sonoro; como el viaje rítmico de las palabras hasta que aparece Daddy Yankee diciendo que “la mujer es fácil e insípida” o leemos el estribillo de esa canción “A mover el culo-A mover el culo-A mover el culo” de los Irya Kurllaki and the Valderramas. Estas interrupciones rítmicas que introduce el autor como baches de nuestro viaje interior por intermedio de sus palabras, llega a su clímax (kitsch) cuando “la muchacha de cabello castaño me habló y me dijo al oído que le gustaba / retumbé entonces de felicidad – pero sin saya no hay amor – me dijo / yo le dije bailamos / y a pesar de hacer el ridículo me amó”. Y es que en nuestro contexto es todo un clásico escuchar un “We are the champions” en la Rock-ola de un bar, para que seguidamente se escuche una saya de amor de los Hermanos Gaitán Castro; no sólo en las Rock-olas sino en las discotecas donde al poeta farsante disfrazado de infeliz parroquiano se le brinda la oportunidad para el flirteo y el floreo. Este libro tiene la virtud de acomodarse en el mal aliento de la prosa (que debe tener la lengua sarrosa), pero le duele algo; tanto así que de tanto dolor, ha tomado la posición antálgica de la poesía en forma de verso libre (partiendo de esta premisa, la poesía sería una pastilla para el dolor con tantas reacciones adversas, sobre todo alterando la consciencia hasta la lucidez de una tristeza de la humanidad entera y es por eso que nadie la quiere tomar y si se la toman, se les queda un sabor amargo en la lengua).

 Este libro se debería leer, como sugiere Allan Mills como una autobiografía de los lectores que vendrán sobre todo en Cerro de Pasco; que es donde por cosas del destino o por la mala suerte se han gestado estos textos, como dice el autor: “es el preámbulo a La Verdadera hacia el Infierno” que vendría a ser su proyecto escritural más prometedor.

 “My Lourdes – Cartonera”; tiene el agrado de presentar a este escribidor que se hace llamar “el farsante”, hasta que consiga su propia voz, del cual este libro sería una neblina o nubarroso como el mismo diría en la parte final: “Canto porque es lo único que nos queda  a los que no creemos en la futilidad de esta especie extraña que lucha por exterminarse Canto porque el sol no sale como ayer Porque hay más nubes en los cielos…”

 

Albert Estrella

Cerro de Pasco 8 de octubre 2011


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